Martes 19 de Julio de 2005, 12:11

11 AÑOS RECLAMANDO JUSTICIA

| La Asociación Israelita de Basavilbaso realizó en la Sinagoga Tefila L' Moisés un acto homenaje a las victimas fatales del atentado a la AMIA. La ceremonia contó como principal orador al Dr. Miguel Carlín miembro del STJ de la provincia quién con duros conceptos criticó al estado argentino que no logro esclarecer el hecho.


El acto cívico-religioso realizado en Basavilbaso con motivo de los 11 años del atentado terrorista que destruyo la sede de la AMIA en Buenos Aires se inició con el emotivo recuerdo a las víctimas. El intendente, Horacio Fabián Flores, en compañía del presidente de la Asociación Israelita local, Miguel Bajaroff, respetando una tradición judía encendió una vela en memoria de las 85 personas que perdieron la vida en el tremendo atentado. [imgTexto=DSC05783.jpg]Entre los oradores el Dr. Miguel Carlín, presidente de la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, fue quién con mayor crudeza cuestionó el accionar del aparato investigativo y represivo del estado al que califico de “burdo”, y trazando un paralelo con lo ocurrido en New York, Madrid y Londres “los autores de los atentados de Buenos Aires siguen en el anonimato” afirmo.[/imgTexto] “Once años han transcurrido desde que el aleve accionar de los asesinos tino de humo, escombros, piedras y restos humanos la mañana de nuestro país. Once años han transcurrido desde que la maquina de la muerte alimentada por el odio y la sinrazón, bajo la forma de bombas y explosivos hacia volar el edificio de la AMIA de Buenos Aires. Once años han transcurrido desde que el desprecio por la vida humana; la repugnancia por los valores inmanentes de la civilización; la exaltación del mal como si se tratara de virtud, guiaron las manos homicidas. Once años no importaron a los fanáticos criminales para segar vidas inocentes, para herir en los cuerpos y la salud a los sobrevivientes, para lesionar psicológicamente y moralmente a quienes no fallecieron en la ocasión. Once años desde que vimos, una vez mas, como accionan los cultores de la filosofía genocida que degrada lo humano, que menoscaba todo el precioso hijo de la creación para sublimar el negro de la muerte. Once años desde que nuevamente el odio xenófobo que no reconoce ni patria ni limites, que tiene cultores cuyo mesianismo no admite ni los valores ni las libertades fundamentales que son preciosas para toda la humanidad; se retroalimenta de su propia aversión. Son criminales del mundo, ya que el virus que los corroe trasciende fronteras y todo el orbe constituye para ellos el campo fértil donde sembrar la desgracia, reemplazando las cristalinas aguas de la vida por el riesgo de las sangre; sangre del semejante; sangre de hombres, mujeres y niños que no les importa verla correr. Once años desde que ochenta y cinco muertos y todos aquellos que padecen las secuelas del atentado reclaman justicia. Once años desperdiciados en pseudoinvestigaciones, derrochando litros de tinta y kilos de papeles sin lograr la determinación de los autores del hecho y sus cómplices. Once años donde el accionar del aparato investigativo y represivo del estado fue burdo, mostrando los medios de comunicación inequívocas señales de ineptitud, de incapacidad para la formulación de un diseño y direccionamiento de la tarea especifica, encubriendo bajo las formas de un proceso la importancia del accionar punitivo estadual. Un magistrado censurado desde las propias entrañas del Poder Judicial, innumerables probanzas y testimonios inidoneos para acreditar la precomposición del evento delictivo y la determinación de sus autores, crean descreimiento, provocan la perdida de confiabilidad y menguan la confianza en las instituciones que, como el Poder Judicial, tienen un rol esencial en la democracia para el funcionamiento del sistema republicano. Once años de lucha contra la impunidad; once años de búsqueda de la verdad; once años sin pérdida de la memoria: las victimas exigen que emerja con diafanidad lo sucedido, sin falsedades, sin mentiras hasta que sean señalados los participes del ilícito y reciban la condena correspondiente. Los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA una forma terrible de ejercicio de la criminalidad: la utilización de los recursos humanos y técnicos para producir la victimizacion masiva de muchos hermanos, sin importar sus edades, géneros, costumbres, u otros datos personales, solamente causar la muerte, sea cual fuere el victimizado. El odio, la deshumanización de los criminales es la que los lleva a una mayor virulencia y sofisticación de los medios para que la tragedia se extienda. Las Torres Gemelas; Atocha; Londres, son ejemplos actuales y concretos de lo que venimos señalando pero con una diversidad importante que no se puede soslayar. En esos casos el obrar asesino tuvo rostro porque fueron habidos los autores, los atentados locales siguen en el anonimato. Quien les habla es un juez entrerriano. No puedo ni quiero desprenderme de la toga que debo vestir todos los días y en todas las horas al presidir el fuero penal de la Provincia. Ante mi pueblo debo confesar como magistrado, con humildad pero con responsabilidad, la fuerza lacerante de cada hecho impune ante nuestros tribunales. Sangra la herida que se produce en el sistema cuando se frustran las respuestas que nos reclaman ante los hechos más graves que aquejan a los sectores más vulnerables de la sociedad. Los muertos, los heridos, las victimas de cada evento delictivo son nuestros hermanos, nuestros vecinos, nuestros tutelados y la impotencia para brindarles la respuesta de justicia implica nuestra propia frustración y marca la ineficiencia del sistema investigativa estatal. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha brindado una enseñanza magistral hace pocos días al declarar la inconstitucionalidad de las leyes de “obediencia debida” y de “punto final”, abriendo las puertas para el proceso a los autores y cómplices de los hechos aberrantes cometidos durante la dictadura militar. El genocidio - dijo el Alto Tribunal - no es susceptible de perdón legal. El óbito de ochenta y cinco personas, las lesiones de los victimados y sus familiares exigen la neutralización y juzgamiento correcto de los delincuentes causantes de tanta desgracia que hoy recordamos. La salud moral de la Republica, la paz en las tumbas, la curación de los heridos, la memoria y el honor exigen que sean hallados y juzgados los autores, los que mancharon sus manos con sangre inocente hace once años. La honra de las victimas lo exige: es el clamor al que nos sumamos. Solo así dejaran de descansar en paz los culpables y el sol volverá a iluminar once años De nocturnidad para la vergüenza. La memoria por los caídos lo impone ineluctablemente. Que así sea”, finalizo el Dr. Carlín.