Sábado 2 de Abril de 2005, 18:55

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS

| Con la presencia de efectivos de la Prefectura de Zona Bajo Uruguay se conmemoró esta mañana el 23º aniversario del desembarco argentino en Malvinas. En la ceremonia se cuestionó lo absurdo que resultó la "aventura" y la guerra. Fué destacado el heroismo del Julio Omar Benitez.


El acto, realizado en la plaza "9 de Julio", fue presidido por el prefecto de Zona, prefecto mayor Alberto Castillo, acompañado por el intendente, Horacio Fabián Flores, autoridades civiles y de las fuerzas de seguridad, invitados especiales y familiares de Julio Omar Benítez. Tras la presentación de los efectivos y la ejecución de las estrofas del Himno Nacional y la marcha de Entre Ríos, [imgTexto=DSC05074.jpg]el prefecto Julio Alberto Correa [/imgTexto]expresó: "En los confines de nuestro territorio, allá donde se visten de nieve las tierras, un archipiélago es; desde hace mucho tiempo una espina clavada en el corazón de nuestra patria: son las "Islas Malvinas". Pero desde 1982 los argentinos hemos dado a nuestra soberanía otro sentir, porque más allá de un día de conmemoración es el calendario debe estar en nuestro corazón el recuerdo y agradecimiento para aquellos soldados que dieron su vida sobre ese pedazo de tierra, parte irrenunciable de nuestro suelo y nuestra historia. Historia que se remonta a un 10 de junio de 1829 cuando Don Luis Vernet es designado primer Gobernador argentino de las islas. En 1833 los ingleses las usurpan y las ocupan hasta hoy a pesar de los continuos reclamos. Las Malvinas son nuestras geográficamente y por derecho. Son irrenunciablemente nuestras, tal vez no quieran oír nuestras voces de reclamo, pero mientras quede un argentino orgullosos de su tierra y su destino, el esfuerzo de aquellos soldados no habrá sido en vano. Las Malvinas siguen siendo nuestras. Allí duermen su sueño los hijos de esta patria caídos hace 23 años, y son una herida abierta en aquellos que regresaron. Por todo esto no podrán borrarlas del mapa de nuestro corazón. Y justamente un día como el de hoy un puñado de hombres de las distintas Fuerzas Armadas y de seguridad de la Nación, encaraban una de las epopeyas más grandes de la historia argentina y que ponían fin a una centuria y media de sometimiento por parte de la mano pirata. Dentro de ese puñado estaban los integrantes de la Prefectura Naval Argentina, que valerosos concurrían a luchar contra el enemigo haciendo realidad aquel juramento que nos marca de por vida a los que vestimos el uniforme color arena; "el de defender la patria y la bandera hasta perder la vida". Gestos como éste solamente puede ser ejercido por alguien que siempre hizo de su vida una entrega total y sin retaceos a su patria, su familia y su tierra. Uno de esos valientes fue el Cabo Primero Julio Omar Benítez, quien viera la luz en este Basavilbaso el 22 de enero de 1962 y esperó casi con impaciencia que el calendario corriera para reunir la edad necesaria para ingresar a la por entonces escuela de suboficiales "Coronel Martín Jacobo Thompson" de la Prefectura Naval Argentina; donde se le hizo mas fuerte aún el deseo aquel de "conocer el mar", como tenía en su mente. Este joven de muchas condiciones entre las que no pueden pasar inadvertidos los valores que tienden a consolidar el contexto institucional, de valioso ejemplo, de reconocimiento que puede alcanzar; aún luego de ofrendar su vida; a demostrar que lo contemporáneo esta enraizado en el pasado y que mucho de lo ocurrido se mezcla, en algún momento, con eventos de la actualidad. Su accionar lleva implícito un mérito supremo, cual es constituirse en un impacto positivo para quienes transitan la carrera, en particular para los más jóvenes; a quienes los que tenemos responsabilidad de formarlos además tenemos la obligación de transmitirles modelos. En suma, un representante genuino, de antecedentes de conducta intachable, un espejo moral. En él se refleja la ética que debe caracterizar al hombre de prefectura. Fue lo suficientemente maduro como para tomar una decisión y mantenerla, los inmaduros derrochan sus vidas explorando un sin fin de posibilidades y entonces no hacen nada. Y la madurez es el arte de vivir en paz aún con todo aquello que no nos es posible cambiar. Por eso el monumento que hoy se erige allá, tan lejos, tras largo peregrinar es justo, aunque no suficiente. Pero, sobre la tierra fría de las islas crecerán nuevas flores una por cada uno de aquellos que quedaron mirando el universo. Desde esa misma tierra fría de las islas, crecerán nuevas flores, flores de recuerdos...tal vez un "no me olvides", flores que se regalaron con millones de lágrimas, flores de esperanza. Porque algún día nuevo retornarán los pasos, las palabras amigas, las miradas hermanas sobre la tierra fría de las islas, aquellos que quedaron nutriendo sus tierras regresarán en flores, cambiarán el paisaje, nos harán propietarios de cada madrugada sobre la tierra fría de las islas, bajo el sol de la patria", concluyó. Seguidamente hizo uso de la palabra [imgTexto=DSC05075.jpg]el edil Marcelo Sánchez (UCR) [/imgTexto]quien destacó que los seres humanos contamos con el don de la palabra para expresar sentimientos, emociones, en distintos espacios de tiempo, evocando, viviendo o proyectando hechos. "Hoy, nos convoca la conmemoración de un suceso ocurrido hace 23 años. Fue entonces, cuando alrededor de cinco mil efectivos del ejército, la marina y fuerza aérea, desembarcaron en la capital de las Islas Malvinas, Puerto Stanley, desde entonces rebautizada como Puerto Argentino, con la intención de lograr la devolución pacífica de esas tierras por parte del Gran Bretaña, bajo cuyo poder se encontraban. El cálculo resultó erróneo y el enfrentamiento bélico desigual hasta el hartazgo. Miles de soldados que hacían el servicio militar, sin la instrucción para una aventura semejante, "echó a rodar la tragedia", como dijera Sábato, y fue una guerra sin sentido, absurda como todas. Se vivieron 74 imborrables días hasta la rendición, el 14 de junio de 1982. Este aciago hecho produjo el surgir de voces que, además de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, reclamaran la soberanía de los argentinos sobre el territorio continental, es decir, el efectivo ejercicio de la democracia hacia el cual se encaminó el país. Transcurridas algo más de dos décadas, no abandonamos la decisión de recobrar este trozo de suelo, pero por la vía diplomática, sin poner nunca más en riesgo vida alguna. Rindamos, no solo hoy, tributo de emocionado recuerdo a los hundidos en el General Belgrano, a los vivos y a los muertos, a los recuperados y a los desaparecidos en las helados mares del sur. Rindamos homenaje a los que están bajo la turba de la tierra de las islas y a quienes volvieron. Que sus nombres sean calles de los pueblos que los vieron nacer, de las aulas por las que pasaron aprendiendo que las Malvinas son argentinas, sin imaginar que iban a luchar por ellas. Reciban la admiración y el afecto que se merecen, haciendo nuestras, las palabras del autor de "Sobre héroes y tumbas", no por patrioterismo, sino por sentido común", finalizó. El homenaje prosiguió con una invocación religiosa realizada por el párroco Raúl Laderach, la ejecución de un minuto de silencio, el [imgTexto=DSC05078.jpg]depósito de ofrendas florales [/imgTexto]al pie del busto que perpetúa la memoria del cabo primero Benítez y el retiro de las banderas de ceremonia.