Lunes 22 de Febrero de 2010, 03:04

Pesar por la muerte Juan Carlos Coglionesse

| Murió en la mañana de este domingo en Concepción del Uruguay, donde estaba internado desde el viernes, por problemas coronarios que habían deteriorado mucho su estado general de salud. Fue un hombre de trabajo, solidario y comprometido con su ciudad.


Juan Carlos Isabelino Coglionesse (74) nació en Basavilbaso. Hijo de Berta Ramounat y Carlos Francisco Coglionesse. El menor de tres hermanos de una familia progresista caída en desgracia, que lo perdió casi todo para honrar el pago de un crédito para la compra de una trilladora, supo desde niño que debía trabajar y mucho para lograr un buen pasar. Ninguno de los problemas familiares minaron sus ganas y con humildad y mucho esfuerzo trabajó duro, muy duro. Fue lustrador de zapatos, vendedor de diarios, de pan, para la panadería Volcoff, y hasta verdulero. Su historia comenzó a cambiar cuando aprovecha la oportunidad de ingresar como cadete a la firma martillera de Abraham Bocles, donde aprende el oficio y con apenas 15 años se convierte en tenedor de libros de una curtiembre y los negocios del “Colorado” Jortok. Luego su amistad con Israel Levitzky y la de este con Roberto Lowestein les permitirían incursionar en el negocio de la compra de equinos para proveer al frigorífico “Lamar”. Por esos días Carlos tenía 19 años y además del empleo, lo que le permitía un ingreso regular, tenía una pequeña porción del negocio. Cuando todo se parecía encaminar en su vida le toca hacer el Servicio Militar, fue en La Histórica cuando tenía 21 años. Al regresar Levizky no sólo había cumplido su palabra de guardarle el puesto sino que le había reservado mayores obligaciones, y entonces comienza a viajar a la provincia de Corrientes, donde compraría equinos para un frigorífico del Chaco. En esos años los bailes de carnaval eran muy concurridos, especialmente en Ramsar Juniors y su condición de fanático del Decano no le significó un obstáculo para que se hiciera socio del club de la calle Ramírez y concurriera a las animadísimas fiestas del rey momo. Militó en el Centro de Empleados de Comercio, donde “consiguió” que tras un conflicto con la patronal fuera considerado “persona no grata”. Sus viajes a la vecina provincia de Corrientes comenzaron a ser más frecuentes y muchas veces sus estadías prolongadas, en una de ellas conoce a María Lujan Serial con quién se casó, cuando tenía 31 años. Formó una familia, con tres hijos, Juan Carlos, Mauro y Jordana, hoy todos profesionales, y hasta sus últimos días lo que más lo enorgullecía. Integró el grupo de visionarios que impulsó la creación del Frigorífico Avícola Basavilbaso (FABA) y Manfico. También militó en el movimiento cooperativo y llegó a ser síndico de la Cooperativa Ganadera “El Pronunciamiento”. Y siempre que sus ocupaciones se lo permitieron participó en actividades comunitarias, integró el coro “Magnificat”, la comisión de vecinos que fundó el “Aeroclub”, el polideportivo “General San Martín” y luchó por un edificio nuevo para el Colegio Nacional de la ciudad del riel. Levitzky le reconoció su lealtad y en su testamento lo convirtió en heredero de sus negocios, y con una condición más sólida pudo disfrutar de las tardes de fútbol en la Liga Regional y como precursor del paddle. Diez años atrás decidió formar una sociedad con sus hijos y que Mauro se ocupara de la empresa para así poder disfrutar plenamente de la familia, algo que efectivamente ocurrió y no lo ocultaba, por el contrario se lo decía a sus conocidos y no tanto, con el orgullo de un esposo y padre que había dado todo de si y que le permitieron convertirse en un abuelo orgulloso y feliz. Simpatizante del radicalismo, por su amistad con Roberto Fleitas aceptó convertirse en dirigente, ocupar cargos partidarios locales y llegó a ser congresal del partido. En la administración municipal del radical Ángel Medina fue miembro del Honorable Concejo Deliberante, donde se destacó por poner su experiencia al servicio de encontrar canales de diálogo en momentos de creciente tensión entre las autoridades y el gremio municipal. Tiempo atrás el Centro Comercial Industrial y la Producción le otorgó un premio a su trayectoria, algo que no sólo merecía sino que lo reivindicaba tras años en que la dirigencia de la misma institución lo había cuestionado severamente por su posición en defensa de los obreros mercantiles. En la última década vivió pleno, feliz, rodeado del afecto de su esposa, sus hijos y nietos. Retirado de la cotidianeidad de la oficina, en la seguridad que todo lo construido está en las buenas manos de Mauro, no se apartó nunca de las actividades de la firma y de la realidad de su pueblo y su gente, y siempre que pudo tendió su mano solidaria y así se lo recordará. Murió en la mañana de este domingo, a las 8,15 horas, en la Cooperativa Médica de Concepción del Uruguay donde estaba internado desde la mañana del viernes por una Insuficiencia coronaria aguda. Sin dudas su deceso es una pérdida muy grande para Basavilbaso.