Jueves 10 de Abril de 2008, 18:29

REYNA SE RECUPERA EN SU CASA

| Tras una compleja operación de trasplante de corazón y riñones que le fuera practicada hace dos meses Julio Reyna fue dado de alta del hospital “Cosme Argerich” y se recupera en su casa de Basavilbaso. En una entrevista aseguró que nunca pensó que para seguir viviendo necesitaría un trasplante y reivindicó la importancia de donar órganos.


El lunes 4 de febrero Julio Reyna, de 44 años, fue sometido a un trasplante cardio-renal en hospital porteño “Cosme Argerich”. La noticia fue dada a conocer por su esposa un par de días después. La intervención demandó de los especialistas 16 horas. Del operativo participaron más de medio centenar de profesionales, y los órganos para concretar dicho trasplante combinado fueron donados por la familia de un joven de 15 años, oriundo de la provincia de Misiones, quien murió a causa de un traumatismo de encefalocraneano producto de un accidente. El viernes 4 de abril, dos meses después de la compleja operación, Reyna recibió el alta médica y en compañía de su mujer y los hijos de ambos Facundo, Andrés y Andrea, regreso a Basavilbaso dejando atrás nueve meses de internacion. Casi una semana después en su habitación recibió a RIEL FM y ante el micrófono confeso sus miedos a una recaída y las esperanzas de lograr en poco tiempo tener una vida normal. Recostado en la cama muestra las huellas de los “pinchazos” y asegura que hará todo lo posible para no volver al hospital. Extremadamente delgado y con voz suave “La Chiva” prefiere evitar referencias a los últimos 15 meses de su convalecencia de los cuales mas de la mitad debió estar internado. Enseguida reconoce la dedicación de quienes lo atendieron en el Argerich y se emociona cuando se refiere a su mujer a quien responsabilizo del “hilo en el carretel que me queda”. Muy sensible el hombre que alguna vez fuera reconocido en toda la zona por su habilidad en el fútbol (como jugador durante varias temporadas en clubes y la Selección de la Liga Regional) reconoce: “aun no estoy fuerte. No todo lo que quisiera, pero depende de mi y me prometí que por todo lo que hicieron para que este vivo es que no voy a aflojar”. De inmediato Liliana, que no para un instante de mimarlo y estar al pendiente de su esposo, afirma que los médicos aseguraron que Julio esta sano que de su esfuerzo y ganas dependerá que se recupere físicamente y enseguida bromea diciendo que luego lo único que le va a faltar será “tapar con una buena tintura las canas”. Durante casi dos décadas la vida de la familia que conforman Julio y Liliana no fue nada fácil. Un hijo de ambos sufrió meningitis y durante 17 años permaneció en estado vegetativo, siendo el desvelo de sus progenitores. La situación familiar aun empeoro a fines de los ’90 cuando como otras tantas familias el cierre del ferrocarril los dejo sin empleo y una entrada regular de dinero. Nada de esto los doblego, y de esto es testigo un pueblo todo que lloro la muerte de “Pablito”, ocurrida a fines del 2006. Tremendo dolor agudizo los problemas físicos de Julio quien no logra controlar su diabetes, la que padece de muy joven, y sufre como consecuencia varias y muy serias complicaciones por la que debió ser hospitalizado en reiteradas oportunidades. Para comienzos del 2007 la situación era aun peor, los médicos no veían posibilidades de sobrevida si no se lo sometía a un trasplante de corazón. Desde entonces fue ingresado a la lista de espera, la que no detuvo el deterioro progresivo de su estado al punto tal que ya no solo se necesitaba de un corazón sino de riñones. “El 27 julio quedo definitivamente internado en el hospital”, recordó con precisión Liliana. La mujer, que no deja un instante de agradecer a todos los que estuvieron junto a su familia y destaca muy especialmente a los profesionales, admite que los ruegos a Dios fueron escuchados y hoy Julio y toda la familia tiene otra oportunidad, la que piensan aprovechar al máximo. “Es un milagro de Dios”, exclama Liliana. Los semblantes de Liliana, Julio, y de Facundo, uno de los hijos del matrimonio, no logran disimular la emoción que les genera recordar los momentos limites que debieron afrontar, pero con enorme felicidad admiten que “aún falta, pero después de tan gigantesco paso no vamos a aflojar”, aseguran casi a coro. “Me voy a recuperar, me cuesta pero no voy a aflojar…ahora estoy tranquilo porque se que todos (sus hijos y demás integrantes de la familia) están bien”, dice Julio. “Nunca pensé que para seguir viviendo necesitaría de un trasplante…ahora soy testigo vivo que se permite pedirle a todos que no duden en ayudar a quien lo necesita, que donar órganos es muy importante y mas aun si lo hacemos con amor y no por obligación”, indico. “Donar órganos es dar vida a otra persona, nosotros damos hoy el testimonio de que es así”, enfatizó Liliana. El rostro de Julio denotaba cansancio y nuestra visita había consumido casi 45 minutos de su siesta, y al despedirnos con un apretón de manos Julio prometió que en poco menos de dos semanas daría una nota en vivo en la radio, ubicada a escasos 250 metros de su casa, hasta donde prometió ir caminando.