Jueves 24 de Septiembre de 2015, 15:27

El Papa habó en el Capitolio

| El Papa Francisco se convirtió este jueves en el primer pontífice en hablar ante el plenario del Congreso de los Estados Unidos, donde exhortó a combatir “cualquier tipo de fundamentalismo” y llamó a no dar la espalda a los “vecinos” que llegan a este país porque lo siguen considerando “la tierra de los sueños”.


Francisco agradeció hoy a los legisladores estadounidenses que lo hayan invitado a dirigir la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en “la tierra de los libres y en la patria de los valientes”, al convertirse en el primer pontífice en la historia en hablar ante el plenario del congreso. El pontífice, que fue aplaudido de pie por los congresistas, fundamentó su discurso en el trabajo y abnegación de “algunos ilustres norteamericanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton. El Santo Padre expresó su preocupación por “la inquietante situación social y política de nuestro tiempo” y advirtió que “el mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico”. Tras considerar que “nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere”, exhortó a “combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas, lo cual requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar”. Francisco pidió también no caer en la tentación del “reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos”. “Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando al enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No. Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia”, afirmó. El Papa sostuvo que la cooperación es “un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales”. Tras subrayar que la política “no puede ser esclava de la economía y de las finanzas”, expresó su alegría de que “Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los ‘sueños’”, pero lamentó que los derechos de los inmigrantes “no siempre fueron respetados” en este país. Al hablarles como hijo de inmigrantes, el pontífice argentino consideró que “cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado” y elegir “la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los ‘vecinos’, a todo lo que nos rodea”. “Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos”, manifestó. Al referirse a la crisis de los refugiados, el Santo Padre reclamó “no dejarse intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste”. Francisco se unió al llamamiento de los Obispos estadounidenses para la abolición de la pena capital y alentó a “cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”. Asimismo, destacó lo mucho que se ha trabajado “en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza”, pero alertó que “todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional”. El Papa recordó “cuán cercanos a nosotros están hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza”, pero consideró que “también a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema”. “No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable”, puntualizó citanto luego la encíclica Laudato si’. Francisco volvió a reconocer, aludiendo a la reanudación de las relaciones con Cuba, “los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado”. “Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad”, aseveró. Francisco volvió a hacer hincapié en la figura de “tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios. Cuatro representantes del pueblo norteamericano”. El Papa recordó que terminará su visita a Estados Unidos en Filadelfia, donde participara en el Encuentro Mundial de las Familias, para “confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia”. “Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Thomas Merton”, subrayó. Por último, Francisco dijo que “me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América”.