Miércoles 24 de Enero de 2007, 10:20

Inexplicables muertes en Costa Las Masitas

| Tres niños, primos hermanos, integrantes de una familia rural de esta zona fallecieron por causas que aún no pueden explicar sus padres, aunque sospechan de una supuesta contaminación con productos químicos que usan sus vecinos para fumigar las plantaciones de soja. El médico del hospital del lugar aduce que podría tratarse de consecuencias de la consanguinidad, porque los padres y tíos son primos hermanos.


Los colegas del diario El Día visitaron en Costa Las Masitas, a pocos kilómetros de Gilbert, a la familia Portillo y recogió sus testimonios cargados de angustia e impotencia. A la casa de Olga Muñoz y Dionisio Portillo se llega por un camino asentado, pero polvoriento. Se llega en tiempos de sequía y no se sale con lluvias, porque es imposible el fango. La casa sencilla de campo es amplia, ubicada en un rincón de las seis hectáreas totales de la chacra, donde pastan vacas lecheras, caballos y ovejas, y retozan patos y gallinas. Los techos de la vivienda son de chapa y paja que aísla el calor del mediodía. Cuatro dormitorios amplios, un baño instalado, un comedor que guarda los olores de la cocina económica donde hierven dos inmensas ollas con leche gorda, recién ordeñada y una mesa cuadrada de madera grande, como para la cantidad de comensales que se sientan cada almuerzo y cena. El olor a lavandina es fuerte y hasta molesto, pero es indudablemente lo que mantiene a las moscas detrás de la cortina almacenera de tiras, afuera, en la galería. Alrededor, sobresalen los verdes intensos y amarillos secos de los campos de soja que rodean la casa. Los Portillo están casi todos allí. Reciben a esta cronista con la hospitalidad característica de la gente de campo. Están muy preocupados porque ya son tres los niños de la familia que han muerto sin aún sus padres saber por qué, o al menos nunca se lo explicaron. [b]Tres niños, tres muertes[/b] - El 29 de mayo de 2000, el pequeño Alexis Javier de un año y medio, hijo de Sergio Humberto Portillo murió, luego de presentar un cuadro de vómitos y fiebre. - El 11 de septiembre de 2006, Rocío Micaela de 8 años, hija de Mariela y Ramón Portillo, falleció en el Hospital Centenario de nuestra ciudad, luego de haber estado internada en dos oportunidades en los 15 días anteriores. Los síntomas de la niña fueron: fiebre, decaimiento y dolor de estómago. - El 17 de enero pasado, Cristian, de 8 años, hijo de Norma y Walter Portillo, falleció en el Hospital de Concordia, luego de haber pasado, desde el día anterior por internaciones en los hospitales de Urdinarrain y Gualeguaychú. Los síntomas que presentaba el niño eran: dolor de cabeza, fiebre y vómitos. Hoy, la pequeña Ludmila, de un año y siete meses, hermanita de Rocío Micaela, se encuentra internada desde hace unos días en el Hospital Centenario. “El viernes vomitó y una sola vez tuvo colitis, pero fiebre no tuvo”, relató su mamá Mariela a El Día. “Yo estaba asustada. La llevé a Urdinarrain y la hice atender; le dieron unas gotitas porque tenía muy inflamadita la pancita y anduvo re bien. Pero el sábado de noche estuvo molesta, con retorcijones de pancita, entonces la llevé el domingo temprano a Urdinarrain. La atendió el doctor Carlés, le hizo análisis, placa y me dijo que la iba a derivar para acá (Gualeguaychú), para más seguridad”, explicó. Mientras tanto, Enzo otro hijo de Mariela, de 3 años, el domingo quedó en observación en el Hospital de Urdinarrain porque presentaba dolor de cabeza y vómitos, pero fue dado de alta, y ayer jugaba con sus hermanos y primos en la casa de Costa Las Masitas. Todos viven allí, los niños muertos también vivieron allí. La casa es una herencia que recibió la abuela Olga Muño, quien ahora decidió ponerla en venta y huir de tanto horror. Piensan instalarse en Escriña. [b]La sospecha más temida:[/b] la intoxicación ¿Qué piensan que está pasando con los niños?, preguntamos. “Se fumigan los campos. Los días antes de morir el nene se fumigaron dos campos”, respondió Mariela. ¿Qué hay sembrado en los campos? - Soja. Y hay una arrocera que también se fumigó con avión, que está pegado al arroyo. El arroyo Costa Las Masitas está a escasos 10 metros de la casa de los Portillo, “y cuando llueve mucho, vuelca hasta cerca de la casa”, explicaron y opinaron que “eso puede haber contaminado las napas, ¿no?”, se preguntan ellos mismos. Mariela, ¿Cree que tiene relación la muerte de su hija con la fumigación? “Con la fumigación totalmente”, aseguró. El Arroyo es un lugar casi paradisíaco. Aguas de vertiente corren entre la arena y las piedras. Hasta hace unos días, la familia completa hacía los pasos que los separaban de las aguas refrescantes del Arroyo. Allí los niños jugaban por horas. También hasta hace unos días, la familia Portillo bebía y cocinaba con el agua extraída del pozo que está en un extremo del patio. Ya no. Ahora traen bidones con agua potable de Gilbert. Desconfían de todo y aseguran que los productos que usan sus vecinos para fumigar son los culpables de las muertes en la familia. Uno no se puede imaginar que ese arroyo, con tanta pureza, al menos visual, pueda llevar veneno a la vida de personas y animales. Pero los Portillo insisten que es así. Caminando hacia el Arroyo, Leonor Portillo habló de sus sospechas. - ¿Se siente el olor cuando fumigan? - Yo me encierro en la pieza porque con solo sentir el olor… Después, durante unos días sentís como mareo, te penetra ese olor hasta en el gusto de la boca… - ¿Han visto animales muertos, peces muertos en el arroyo? - Sí, y han encontrado en el río Gualeguay también, bagres, taruchas... Lo que usan para fumigar es un líquido que en el agua se hace como una leche y genera como un aceite. Los animales -todos los que están acá- toman agua de ese arroyo y hay muchos animales que han muerto reventados. Cuando llueve, los desagües que hay vuelcan todo al arroyo, barre todo el fumigado, y cuando llueve mucho, el arroyo vuelca también, por eso puede haber contaminación. - ¿Hace mucho tiempo que fumigan estos campos? - Si, hace varios años. A las aves que andan acá en el campo, a las perdices, mata todo… no te queda nada….las palomas se mueren. - ¿Han encontrado aves muertas? - Sí, y perdices muertas, liebres. [b]¿Consanguinidad?[/b] Consultado por El Día el director del Hospital Santamarina de Gilbert, el doctor Símón Gorena, sobre lo ocurrido a la familia Portillo, si bien se negó a hacer declaraciones a la prensa ayer, prometió atendernos el jueves. No obstante ello, el único médico -clínico- del Hospital, oriundo de Jujuy y con 20 años de residencia en el lugar, dejó entrever alguna hipótesis suya, basada en la consanguinidad de varios integrantes de la familia Portillo. “Acá todos hablan de la fiebre aftosa, de la fumigada, pero nadie habla de la consanguinidad. Son primos hermanos, los abuelos también son primos”, explicó. [b]A la buena de Dios[/b] En realidad, con lo poco que pudimos hablar con el doctor Gorena, llegamos a confirmar los reclamos de los vecinos, entre los que se cuentan los Portillo. En el Hospital Santamarina hay un solo médico, ya está dicho; no hay laboratorio, rayos X ni presupuesto, más allá de lo que la cooperadora, -como todas-, puede arrimar. Hace cinco, sí, cinco años que la ambulancia está rota. Se trata de un Rastrojero modelo 78 que se averió y nunca fue reparado, aunque según Gorena “hay un expediente en la Secretaría de Salud”. Es por todo eso que muchos, quizás la mayoría de los pacientes, se derivan -según su complejidad- a los hospitales de Urdinarrain o Gualeguaychú. Pero del traslado debe hacerse cargo el paciente, sus familiares, ó, según dijo el médico, en “mi auto particular”. Lo cierto es que a la desgracia de los Portillo hay que sumarle el peregrinaje que han vivido en cada uno de los episodios de los niños, buscando atención, para lo cual debieron conseguir un remisero amigo que les hiciera el precio especial de 70 pesos para llegar al Hospital de Gualeguaychú. Fuente: Estela Gigena de la redacción del diario El Día.