Viernes 22 de Junio de 2007, 11:52

La UCR quiere volver a las internas cerradas

| El congreso radical que se reúne este sábado en Paraná tiene para su consideración un planteo para reformar la carta orgánica del partido, en lo que se refiere al modo de elección de candidatos.

Actualmente, rige el sistema de elecciones internas abiertas, que se pusieron por primera vez en práctica en Entre Ríos para los comicios internos que el Partido Justicialista celebró el 6 de diciembre de 1998. Al año siguiente, el radicalismo hizo lo propio y también el Frente Grande, de donde saldría la candidata a vicegobernadora de la Alianza, Rosario Romero, que Sergio Montiel nunca aceptaría como compañera de fórmula por su condición “bustista”. En los tres casos, la novedad fue que en la selección de los candidatos que cada partido propondría en las elecciones participaban no sólo los afiliados a esa fuerza política, sino también los llamados independientes, esto es, los no afiliados a otros partidos. De este modo, entre fines de 1998 y los primeros meses de 1999, un mismo ciudadano de Entre Ríos, no afiliado a ningún partido, pudo incidir con su voto en la selección de los candidatos del PJ, la UCR y el Frente Grande. De ahí en más, esa apertura a la participación de personas ajenas a una fuerza política se convirtió en regla, hasta nuestros días. Pero el año pasado, el Congreso de la Nación derogó, con el acuerdo de kirchneristas y radicales, la ley de internas abiertas y simultáneas. El argumento oficial fue que no sirvió para fomentar la participación política y tampoco corrigió la crisis de representación que separa a la sociedad de la dirigencia. Con esa modificación, las internas abiertas dejaron de ser obligatorias para los partidos políticos, que pueden optar por abrirse o no a la participación de independientes. De hecho, la norma que instaura las simultaneidad de las internas en Entre Ríos, conocida como Ley Castrillón (el ex diputado justicialista y actual vocal del STJ fue su autor) generó numerosas críticas y, paradójicamente, se aplicó por primera vez en Entre Ríos en el mismo tiempo en el que el sistema era dejado de lado en la Nación. Mañana, el congreso radical tendrá para considerar una reforma a la carta orgánica del partido que propone volver al sistema previo a 1999: que sólo los afiliados al radicalismo elijan los candidatos que la UCR llevará en la elección general. [b]Razones [/b] Uno de los promotores de la vuelta a las internas cerradas es el tesorero del Comité Provincial, José Carlos Larghi. En un escrito, del que a continuación se reproducen algunos párrafos, brinda algunos argumentos para desandar el camino abierto en 1999. Entre otras cosas, afirma: • Las internas abiertas no incentivan la participación ciudadana en los partidos, al contrario la desalientan. Crean la ficción de una supuesta incidencia en la nominación de los candidatos por parte del ciudadano no afiliado, que en realidad sólo escoge entre los que se le proponen, nunca elige, pero deja en manos de un núcleo cada vez más reducido los procesos de selección de aquellos y las muy cruciales definiciones de las estructuras, pautas de funcionamiento y comportamiento y designación de los cuerpos dirigenciales de los partidos. • No garantizan la satisfacción de la efectiva demanda de la gente —que no pretende entrometerse en la vida de los partidos sino que éstos den las respuestas esperadas— y transfieren a aquella los propios conflictos internos. • Incentivan el internismo y no corrigen el problema del clientelismo aplicado a los procesos partidarios internos. Ponen en peligro la identidad ideológica de los partidos y acrecientan uno de los grandes males de las democracias modernas en todo el mundo: la excesiva e indebida influencia de los medios en la formación de la voluntad popular. • Favorecen la intrusión en la actividad política de personas que usufructúan su popularidad lograda en otras actividades (artísticas, deportivas, periodísticas, etc.), pero que carecen de preparación o vocación para la función pública. • Constituyen intentos de trasplantar modos de una realidad política muy diferente, la de Estados Unidos de Norteamérica, no existiendo antecedentes de su utilización en las demás democracias consolidadas del mundo y las experiencias de nuestro país no son promisorias o no muestran que sus resultantes hayan modificado lo que hubiera ocurrido en una interna limitada a los afiliados. • Si la participación de los no afiliados es alta, exigen un esfuerzo organizativo y económico que, volcado a otras actividades propias de los partidos, daría muchos mejores frutos, y si ella es baja, no justifica su adopción. Fuente: El Diario de Paraná.