Domingo 11 de Enero de 2009, 12:52

La UTN cuestiona la utilidad de las lámparas bajo consumo

| Un estudio realizado por la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Paraná, pone en duda ese supuesto ahorro y advierte sobre las consecuencias contaminantes del uso de lámparas con mercurio. Así, se demostró que un alto porcentaje de las lámparas calificadas como de bajo consumo son descartadas prematuramente y muchas de las que se ofrecen en el mercado tienen una breve vida útil. Además, el ahorro energético sería para el consumidor pero no para el sistema eléctrico en general.

En diciembre del año pasado, el Congreso de la Nación aprobó una ley que prohíbe la fabricación e importación de lámparas incandescentes (los focos comunes) a partir de diciembre de 2010. Según se afirmó, la flamante norma tiene como objetivo la sustitución, en el uso residencial, de las lámparas incandescentes por lámparas fluorescentes compactas (de bajo consumo), “para la reducción del consumo energético y el aprovechamiento racional de la energía dentro del marco de las restricciones existentes en el suministro energético”, según se dijo. Sin embargo, un estudio realizado por la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Paraná, pone en duda ese supuesto ahorro y advierte sobre las consecuencias contaminantes del uso de lámparas con mercurio. Así, se demostró que un alto porcentaje de las lámparas calificadas como de bajo consumo son descartadas prematuramente y muchas de las que se ofrecen en el mercado tienen una breve vida útil. Además, el ahorro energético sería para el consumidor pero no para el sistema eléctrico en general. A pesar de que esa iniciativa fue impulsada por organizaciones ecologistas como Greenpeace, en las conclusiones de ese estudio se advierte sobre el impacto ambiental que provocarán las lámparas de bajo consumo fuera de uso, debido al mercurio que contienen, ya que no se ha previsto ningún tipo de reciclado. “Existen una serie de indicadores que nos están presentando a la lámpara de bajo consumo como una alternativa poco confiable, de poco impacto económico y un alto impacto ambiental”, advierte el informe sobre la investigación que coordinó el ingeniero Celestino Brutti, y de la que participaron Fabio Vincitorio, Alejandro González, Francisco Ronchi y Carlos Romano. Las lámparas de bajo consumo surgieron en los años 70 como una alternativa de ahorro energético frente a la crisis del petróleo. Pasado el cimbronazo que produjo esa crisis, esos dispositivos cayeron en el olvido hasta principios de los 90, cuando comenzaba a preverse dificultades energéticas en un futuro cercano. Hoy, las limitaciones en los recursos energéticos disponibles ya son evidentes y acuciantes, lo que ha llevado a que muchos países busquen medidas paliativas al problema. Entonces, es cuando el paradigma del reemplazo de la lámpara incandescente por la de bajo consumo se impone como una de las medidas fundamentales desde el punto de vista político. “Sin embargo se debe notar que habiendo pasado ya más de 30 años desde el nacimiento de estos dispositivos, el diseño y la tecnología aplicada en la mayor parte de las lámparas de bajo consumo sigue siendo exactamente la misma. Si bien es cierto que se ha mejorado la eficiencia de las lámparas fluorescentes compactas (CFL) y se ha reducido el tamaño del conjunto balasto lámpar, la topología aplicada en la configuración del balasto sigue siendo la misma”, afirman los ingenieros. Es que la tecnología aplicada en estas lámparas en cuestión es demasiado antigua y con “un alto nivel de distorsión armónica, que generan problemas que contaminan las líneas eléctricas lo que implica menor rendimiento”. Es decir que el ahorro energético no sería el que se pretende. Del total de las lámparas examinadas por los especialistas paranaenses, el 30% dejó de funcionar durante la primera media hora de uso y el 68% de ellas fueron descartadas prematuramente. En el informe se hace notar que entre los años 2004 y 2007 ingresaron al país 47 millones de lámparas de bajo consumo, con un costo promedio de $ 15 por lámpara. Así, trasladando lo demostrado en la investigación se puede concluir que 4,7 millones de esas lámparas nunca funcionaron correctamente, y más de 27 millones se dejaron de usar antes de tiempo. Por lo tanto, de aquella inversión se perdieron 480 millones de pesos, que podrían haberse destinado a gastos de infraestructura para la producción de energía alternativa, como la eólica. “El costo asociado a la compra de lámparas de bajo consumo es mayor al costo de inversión en generación, incluso eólica, energía que sigue siendo considerada de alto nivel de inversión”, sostienen. También se refieren a los daños ambientales que producen estas lámparas, derivados de la contaminación relacionada con la liberación del mercurio y otros de sus componentes. En caso de que se implementara algún sistema de reciclado, habría que calcular qué costos económicos implicaría, en relación al ahorro pretendido. “Tampoco se ha hecho referencia a los efectos o pérdidas que podrían estar relacionadas con los sistemas eléctricos cuando las cargas tienen elevados niveles de distorsión armónica”, aseguran los expertos. [b]Se tiraban, pero aún servían[/b] La investigación de los expertos paranaenses se centró en el estudio de lámparas de bajo consumo fuera de uso y se descubrió que a la gran mayoría se las descarta prematuramente, ya que pueden ser reutilizadas. En algunos casos, los filamentos se encontraban cortados pero podía realizarse un nuevo puente, ya que el balasto, uno de los elementos más caros, estaba en buenas condiciones. [b]Sigue la entrega en Entre Ríos[/b] En la provincia, Enersa continúa con su campaña de recambio de lámparas incandescentes, en el marco del Plan Nacional de Eficiencia Energética. La semana pasada recibió 103.800 bombillas que serán repartidas en Paraná, Victoria, Gualeguay y Concepción del Uruguay. El canje consiste en la entrega en forma gratuita de dos lámparas de bajo consumo por cada cliente residencial y la recuperación por parte de la distribuidora de otras lámparas incandescentes, las cuales son destruidas en el acto y cuyo casquillo sirve como prueba del intercambio. [b]Las conclusiones[/b] El 68% de las lámparas es descartada prematuramente. De las lámparas nuevas, el 10% no superó la primera hora de vida útil. Se deben determinar los efectos de la distorsión armónica sobre las redes. Se deben realizar ensayos de vida y relevamiento de daños. Se deben evaluar los costos ambientales por la deposición final de las lámparas descartadas. Entre el 2004 y el 2007 ingresaron al país 47 millones de lámparas de bajo consumo, con un costo promedio de $ 15 por lámpara. Si 4,7 millones de lámparas nunca funcionaron correctamente se perdieron $ 70.500.000 Además, 27 millones fueron descartadas prematuramente lo que implicó una pérdida de 409 millones de pesos o 150 millones de dólares. El ahorro potencial por el uso de esas lámparas de bajo consumo es de 133.000 KW. Si se hubiesen usado esos 150 millones de dólares perdidos para producir energía con usinas térmicas se hubiesen generado 375.000 KW. Con el sistema eólico, que es más caro, 150.000 KW. Es decir en ambos casos, con el dinero que se pierde se podría generar más energía de la que se pretende ahorrar. Fuente: El Diario