Miércoles 26 de Marzo de 2008, 14:19

Piquetes de abundancia o abundancia de piquetes

| La presidenta Cristina Fernández se refirió ayer al paro del campo en un discurso que tuvo la virtud inesperada de generar el primer "cacerolazo" contra su gobierno en Buenos Aires y protestas en todo el país, incluidas confrontaciones, que se sumaron a los cortes de rutas.

Cristina sostuvo que ahora pasamos de los piquetes de la miseria del año 2001 a los piquetes de la abundancia que se desplazan en camionetas cuatro por cuatro. A diferencia de los piquetes del 2001 "que eran piquetes de la miseria", los cortes de ruta de los productores del campo son "piquetes de la abundancia." Cristina Fernández afirmó que "algunos insisten con las mismas prácticas de siempre y parece que no están decididos ni a cambiar ni a comprender ni a entender" y sostuvo que quienes protestan contra las retenciones son "los sectores de mayor rentabilidad del país". En ese sentido la primera mandataria expresó que "hay una suerte de socialización de las vacas flacas" y parafraseando a Atahualpa Yupanqui, aseveró "cuando las vacas vienen gordas, las vaquitas para ellos y las penitas para los demás." Cristina Fernández defendió así el sistema de retenciones y aseguró que "si no hubiera retenciones, el pollo, la carne, la leche, los argentinos las verían por televisión". La presidenta además enumeró las medidas que favorecen la rentabilidad del sector agropecuario -como el sostenimiento del tipo de cambio y el gasoil subsidiado- y recalcó que "los costos (en pesos argentinos) los sostiene el peón rural que es el peor pagado de toda la escala salarial". Llegando al final de su discurso, la primera mandataria enfatizó que no va a someterse "a ninguna extorsión", ya que, si bien "puedo entender los intereses de un sector, soy presidenta de todos los argentinos y tengo que gobernar para todos los argentinos." [b]Las entidades del campo [/b] Cuando cayó el gobierno de Fernando de la Rúa y el país se restableció institucionalmente, aunque de manera precaria, el presidente Eduardo Duhalde prometió que no habría retenciones, y también que los ahorristas que depositaron dólares recibirían dólares. Pero poco después, en una política de permanente desdecirse y de barquinazos en parte calculados y el parte producto de la improvisación, Duhalde impuso retenciones del 20 por ciento y contestó a los ahorristas con el "corralón", que era una virtual confiscación de bienes. Ahora los ruralistas de todo pelaje, ya que tanto la SRA como Carbap, la CRA y la Federación agraria, responden considerando también confiscatorio el aumento de las retenciones que del 20 por ciento pasaron al 35 por ciento y ahora al 45 por ciento. Se trata de entidades que no se unen porque expresan intereses diferentes. La Sociedad Rural es el órgano tradicional de lo que el peronismo inicial llamó la "oligarquía ganadera", muy poderosa hasta la década de los 40. Carbap se originó en la protesta de los criadores de ganado, sobre todo, contra los frigoríficos, cuestión en que fue paradigmática la gestión del diputado santafesino Lisandro De la Torre. La Federación Agraria nació en 1912 con el célebre "grito de Alcorta" de los chacarareros que arrendaban sus campos contra los grandes propietarios terratenientes. [b]¿Los chicos, adónde se meten?[/b] Las retenciones son impuestos que obligan a las exportaciones campesinas, tanto de los pool de siembra que son capaces de arrendar 100.000 hectáreas y más para sembrar soja como de los chacarareros que tienen 500 hectáreas o menos. Esto demuestra que no se trata precisamente de un impuesto "progresivo" ya que los costos de los pool por unidad de superficie son mucho menores que los de los chacareros. El desaliento de la "sojización" que propuso el ministro Martín Loustau, obligaría entonces a cambiar de actividad a los más pequeños, que obtienen menos rendimiento. Pero éstos vienen de la ganadería, que gracias a la prohibición anterior de exportar ya sufrieron una crisis grave y tienen cortado el camino de regreso, por lo que la situación es muy difícil. [b]De eso no se habla [/b] El origen de esta cuestión, que en general no se oye mentar, y mucho menos por los gobernadores que deberían ser los primeros interesados, es el que gobierno central está avanzando sin límite sobre atribuciones impositivas no delegadas por los Estados federales argentinos. Un decreto dictado por el golpe militar de 1930 dispuso por "única vez" que el gobierno central cobre impuestos y los "coparticipe" a las provincias. Se trataba de una norma inconstitucional, pero la balanza del poder a favor de Buenos Aires se evidenció luego porque cada año ese decreto, con gobiernos de facto o democráticos, se prorrogó, de manera que se trató, como tantas cosas en la Argentina, de algo provisorio que se hizo permanente y luego acostumbrado y casi natural. El mandato constitucional, que debería ser obligatorio y normal y lo es en los Estados Unidos, por ejemplo, es que las provincias recauden todos los impuestos y luego coparticipen al gobierno central para permitir su funcionamiento. Ese es el espíritu de la constitución de 1853, débilmente retomado por la reforma de 1994, que mandó dictar una ley de coparticipación que todavía no se ha tratado 14 años después. Cierto embajador de los Estados Unidos, de visita en Paraná, les preguntó a los tres ministros del "proceso" que lo recibieron si Entre Ríos podía hacer uso libre de su dinero. Puso el ejemplo de su Estado, Georgia, donde ni un dólar va a Washington sin estricto control de su pertinencia y necesidad. Los ministros del proceso, que estaban muy para otra cosa, no estuvieron a la altura de las circunstnacias y no le pudieron dar ninguna respuesta coherente. En realidad, la unión de las cuatro entidades del campo es ilusoria y transitoria. Si el gobierno propusiera ahora reducir las retenciones para los afiliados de la Federación agraria, por ejemplo, eliminaría las razones por la que la mayoría de los manifestantes están en las rutas, pero la recaudación no se afectaría mucho, debido a que se trata de pequeños productores. Una medida de esa índole pondría una cuña en la presunta unidad agraria que mostraría que no hay ninguna unidad real. Tampoco es posible reunir a todas las provincias en una opinión unánime para retomar su atribución impositiva original nunca delegada, propia de un Estado federal. Se ve que no es posible porque los gobiernos provinciales son cada vez más dependientes del gobierno central, y presentan como trofeos y éxitos notables de su gestión el conseguir algunas migajas no ya de lo que les corresponde, sino de lo que es suyo legítimamente. Así, en una actitud de pobreza desoladora, algunos mandatarios, incluso de Entre Ríos, aseguran que no mediarán en este conflicto porque están totalmente de acuerdo con el gobierno central. De esta manera confunden el interés ocasional de partido o de momento con el interés permanente de los Estados que gobiernan. No hay mejor demostración de que no se trata de estadistas sino de políticos que por esas cosas llegaron más alto de lo que conviene a sus representados. Fuente: AIM.