Martes 20 de Marzo de 2007, 10:57

Por las inundaciones se perderían 30.000 cabezas de hacienda

| La presidente de la Sociedad Rural de Diamante, Hilda Ré, afirmó que la crecida del río Paraná provocará la pérdida de por lo menos del 20 al 30 por ciento de la hacienda en la zona, cifra que ronda las 30 mil cabezas. Ré señaló que en los campos próximos a Diamante “la situación ha mejorado algo, porque no llovió y las aguas bajaron algo”.

La ruralista explicó a la prensa que en el área próxima al Paraná “se alivió en parte, aunque la gente y los ganaderos que están bajo el agua, aún no han podido sacar sus animales”. Asimismo señaló que “falta evacuar bastante hacienda” y estimó que “podría haber como 30 mil cabezas de ganado vacuno en esa situación”. Aclaró que en las zonas más altas, próximas al río Paraná, la situación “mejoró bastante” y confió que “momentáneamente no se está sacando animales, y se procederá a sacar lo necesario (de estos campos inundados) para aliviar” la problemática que sufren los productores de la zona. “Charlando con ganaderos, con una evacuación ordenada de la hacienda, igual habrá un 20 ó 30 por ciento de pérdidas; y si es más desordenada la evacuación, por adoptar una acción de arreo, habrá un 50 por ciento más de pérdidas”, manifestó. Ré expresó que en el caso de los terneros, “se calcula un 60 por ciento de pérdidas”. Por otra parte, la ruralista también se quejó de los “precios irrisorios” que pagan a productos ganaderos, siendo animales cuya carne “llega al mostrador en Buenos Aires con aumento” Entre productores de la zona capea el desánimo, ya que aseguran que desde la empresa concesionaria del puente Victoria-Rosario hubo cierta resistencia a ceder áreas secas, argumentando razones de la seguridad. Según productores de la zona, al interceder el Gobierno provincial la empresa había cedido al pedido, cuando la situación ya era caótica. De acuerdo con la gente del campo, “si las cosas se hubiesen hecho con tiempo se hubiera salvado el 50 por ciento de la hacienda que hoy se está muriendo”. Así, de acuerdo con los dichos de los productores, “los embarcaderos y las bajadas para camiones se hicieron a último momento y, al principio de la emergencia, sólo se trabajó de día ya que la empresa no dejaba operar de noche”. Gente de la zona comenta que los barcos no pudieron realizar traslados de 20 a 8 y que estuvieron parados a principios de mes. Ahora es imposible navegar porque la altura y las condiciones del río complican las travesías. Sobre las pérdidas, el 99 por ciento de las cabezas que quedaron en las islas —se estima que son unas 60.000— están en el agua. Muchas nadan sin rumbo fijo, tratando de buscar alturas en vano, hasta perderse o ahogarse. El fin de semana, operaban en la zona tres barcos con dos, tres y cuatro jaulas con capacidad para 60 animales cada una. Se realiza un promedio de tres viajes por día, según el clima y el estado del río. Pero la tarea es cada vez más difícil, ya que los pastizales y las barrancas que quedaron bajo agua hacen varar a los barcos, indicaron. Con todas las dificultades mencionadas, ya se evacuó la mitad de las 200.000 cabezas de ganado que había en la zona en 2006. Se estima que quedan aún unas 60.000, de las cuales ya murieron alrededor de 5.000. En la emergencia se conjugaron varios factores relacionados a la falta de previsión, la negligencia y la especulación de varios sectores. En la zona hay unas 11 jaulas de transporte que pueden evacuar a 330 animales por viaje. El cálculo es sencillo: se necesitaban tres meses para sacar la hacienda de las islas y se debía contar con un área seca y segura donde transportarlas. Desde la Sociedad Rural de Victoria se trabajó intensamente en la construcción de bajadas, pero los productores apuntaron hacia las autoridades municipales y provinciales por la falta de respuestas. Desde la entidad sostienen que la comuna arrendó islas, pero que no se invirtió en bajadas. En la organización ruralista explican que los corrales de metal —que facilitan la evacuación— para unas 1.500 cabezas tienen un costo de 30.000 pesos. Asimismo, expresaron que a principios de marzo se inauguró en la bajada 3 un descargadero pequeño, sin capacidad de encierro, cuando ya estaba la zona inundada. Por otra parte señalaron que las bajadas que finalmente habilitó la concesionaria del puente Rosario-Victoria tienen tranqueras cerradas con candados y no hay personal para abrirlas cuando llegan los barcos, por lo que los camiones deben esperar entre dos y tres horas hasta que se presenta el personal, dificultando aún más la tarea.