Martes 17 de Mayo de 2011, 17:56

"Cuando el alimento se transforma en un negocio, hay que debatir

| En el marco del debate por los agroquímicos, el investigador del Conicet, Andrés Carrasco, advirtió que “cuando el alimento se transforma en un negocio, hay que debatir las consecuencias”. Además, brindó su apoyó a la iniciativa del Diputado Héctor De la Fuente (EDD) que prohíbe las fumigaciones aéreas. Durante la reunión expuso Fabián Tomasi, el jóven de Basavilbaso afectado por los agrotóxicos.


Por el proyecto de ley que prohíbe las fumigaciones aéreas, expuso esta mañana en el recinto de la Cámara de Diputados provincial, el científico de Andrés Carrasco. En ese contexto, brindó su apoyo a la iniciativa de de la Fuente y sentenció que “cuando el alimento se transforma en un negocio, hay que debatir las consecuencias”. Carrasco indicó que tuvo acceso al proyecto y aseguró que “hay que llevarlo adelante”, porque “es grave fingir demencia y decir que el problema no existe”. Además, “en el país hay una tendencia a cerrar los debates de estas características”. No obstante, “hay que discutir la forma de producir alimentos y todo lo que ello implica”. “En el país, hay un modelo agrícola que supone concentración de la tierra, despoblamiento y extranjerización del territorio, usos exagerados del suelo y del agua, contaminación, alteración de la biodiversidad y la sensación de que el país se convirtió en un proveedor de alimentos para producir negocios”, denunció. Asimismo, remarcó que todo proyecto que tienda a poner algún tipo de limitación a los agroquímicos tiene que concretarse, más allá si después viene la fuerza aérea de Monsanto y se queja porque no la dejan fumigar”. A su turno Fabián Tomassi, preguntó: “¿alguien quiere enterarse de lo que pasa?, ¿saber que este negocio reporta y reparte miles de millones de dólares, pero a su vez provoca daños irreparables?”. Lamentablemente, “demasiada gente importante piensa que está bien que la vida se sacrifique a los negocios”. Mientras tanto, “masas de veneno y de cambios genéticos son lanzados sobre nosotros sin consideración alguna”. En Basavilbaso, “el hospital linda exactamente con un sojal, así como también la escuela que visitó hace poco el gobernador Sergio Urribarri en Líbaros”. Por su parte, “la cooperativa se encuentra en el medio del pueblo, llena de venenos, y los mosquitos transitan por las calles y son lavados en la misma localidad”. “Si esta comisión quiere saber, yo propongo que me citen con tiempo y que pongan delante de mí al más experimentado de los ingenieros agrónomos, para debatir acerca de eso que llaman las buenas prácticas agrícolas, o de la sustentabilidad”. Entonces, “la gente podrá enterarse de la verdad: de cómo es trabajar en el campo, con venenos y en las condiciones más precarias”. “No hablo de debatir con los aeroaplicadores, porque si bien la aplicación aérea es un acto criminal que se nos impone como si fuese el bombardeo militar de un ejército enemigo sobre la población indefensa, también existe una presencia de venenos como los inoculantes para semillas, los fertilizantes, los cebos tóxicos, la fosfina en silos y camiones, los envases enterrados por miles y por millones, o que la gente usa para el agua, o que se reciclan sin lavar ( se los lleva cualquiera ), en fin, toda una cadena toxica que va desde la semilla al barco”. [u]El proyecto de ley[/u] La iniciativa del diputado busca evitar el impacto que tiene el uso de agroquímicos sobre la salud de la población, comprobada por científicos del Conicet. Así, prohíbe la aplicación aérea de productos, químicos o biológicos, destinados al uso agropecuario en el control de insectos, ácaros, hongos o plantas silvestres, de interés agrícola y/o forestal, cualquiera sea el producto activo o formulado así como su dosis. Además, la aplicación terrestre deberá hacerse dentro de un radio de 1.000 metros a partir del límite de las plantas urbanas y periurbanas en todo el territorio provincial. Según su autor la idea se fundamenta en “consideraciones acerca del actual modelo productivo agrario, el que se sustenta en la producción agro-industrial de granos de generación biotecnológica o transgénicos u organismos genéticamente manipulados (OGM), lo cual conlleva la utilización de cantidades crecientes de plaguicidas que estarían afectando seriamente la salud de la población”. Tomó como referencia los estudios realizados por el investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA, Andrés Carrasco, quien concluyó que las “concentraciones ínfimas de glifosato” utilizadas en la agricultura “son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión” hasta interferir en los mecanismos normales del desarrollo. Fuente: AIM.