Jueves 28 de Marzo de 2013, 11:32

"Los pobres están en el ADN de nuestra identidad cristiana

| El Obispo Jorge Lozano sostuvo en la Misa Crismal que "los pobres están en el ADN de nuestra identidad cristiana". El religioso, máximo referente de la diócesis, reconoció que "la alegría se hizo desbordante" cuando se supo que había un nuevo Papa y quien era y que eligió llamarse Francisco.


"¡Alégrense en el Señor! Alégrense con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús el Mesías, el Salvador, es ungido con óleo de alegría, con el poder del Espíritu Santo. Esta Cuaresma ha sido muy especial. Comenzamos con el Miércoles de Ceniza a dos días de conocer la renuncia de Benedicto XVI, y concluimos pocos días después de asumir el Papa Francisco. Hemos vivido en intensa oración pidiendo al Señor nos enviara un Pastor para toda la Iglesia, y escuchamos con gozo el "Habemus Papam". La alegría se hizo desbordante cuando supimos quién era y que eligió llamarse Francisco", comenzó diciendo el Obispo Lozano en su homilía de la Misa Crismal. Para el religioso "muchos cristianos (y también no creyentes) en estos días me contaron de sus esperanzas renovadas. Otros hablaban de la sensación de entrada de "aire fresco", como si se respirara otro ánimo. Algún periodista decía que esta noticia nos devolvió el "derecho a soñar” en la fraternidad y la paz. Esta búsqueda no es una utopía o ilusión. (GS). "A los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria". (GS 38) Nuestra esperanza está centrada en la Pascua de Cristo. Como nos decía el Santo Padre lo importante no es el sucesor de Pedro sino Jesucristo", afirmó. Para la autoridad máxima de la Iglesia Católica en la Diócesis de Gualeguaychú el nombre de Francisco "nos enseña a ser apasionados en el amor a Jesús y apasionados en predicarlo. Con palabras de Aparecida afirmamos que "conocerlo [a Jesús] es lo mejor que nos pasó en la vida" y "darlo a conocer es nuestro gozo". (DA 29) Este pasaje del Evangelio que leímos recién también fue proclamado en la Misa presidida por Benedicto XVI el 11 de octubre pasado al dar inicio al Año de la fe. En aquella oportunidad él nos decía: "El evangelio de hoy nos dice que Jesucristo, consagrado por el Padre en el Espíritu Santo, es el verdadero y perenne protagonista de la evangelización: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres» (Lc 4,18). Esta misión de Cristo, este dinamismo suyo continúa en el espacio y en el tiempo, atraviesa los siglos y continentes. Es un movimiento que parte del Padre y, con la fuerza del Espíritu, lleva la buena noticia a los pobres en sentido material y espiritual. La Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza”. "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo" (Jn 20,21). Así dice el Resucitado a los discípulos, y soplando sobre ellos, añade: "Recibid el Espíritu Santo" (v. 22). Dios por medio de Jesucristo es el principal artífice de la evangelización del mundo; pero Cristo mismo ha querido transmitir a la Iglesia su misión, y lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta el final de los tiempos infundiendo el Espíritu Santo en los discípulos, aquel mismo Espíritu que se posó sobre él y permaneció en él durante toda su vida terrena, dándole la fuerza de "proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista"; de "poner en libertad a los oprimidos" y de "proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4,18-19) (Benedicto XVI, 11/10/12) Cuando Juan el Bautista estaba encarcelado recibía noticias contradictorias acerca de Jesús. Por eso, para sacarse las dudas mandó a un par de sus discípulos a preguntarle: "¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Y el Señor les contestó: "vayan a contar a Juan lo que está sucediendo: "los ciegos ven, los paralíticos caminan, ya los pobres se les anuncia la Buena Noticia" (Mt 11, 3 - 5). A buen entendedor, pocas palabras". Seguidamente sostuvo que el anuncio a los pobres sigue siendo signo de la presencia del Reino. "Si la Iglesia no es buena noticia para los pobres, no está continuando la obra de su Maestro", porque "los pobres están en el ADN de nuestra identidad cristiana". "La Iglesia es sacramento de comunión de los hombres con Dios y los hombres entre sí (LG 1). Estamos llamados a la fraternidad universal porque Dios es nuestro Padre creador que nos da la vida para ser hermanos. Nuestra mirada debe dirigirse a los pobres con rostros concretos. Los adictos a las drogas y al juego. Los que no tienen vivienda digna y alimentación adecuada. Los que no tienen trabajo o salud. Los enfermos y presos. Los que están solos y abandonados. El documento de Aparecida nos enseña con palabras del Beato Juan Pablo II que "si no hay esperanza para los pobres tampoco la habrá para los ricos" (PG 67). A ellos el Señor nos envía para "sanar los corazones afligidos". Cuando Francisco expresa "quisiera una Iglesia de los pobres y para los pobres" no nos dice algo nuevo, no nos habla de otra Iglesia distinta. Es la misma Iglesia de Jesucristo servidora de la humanidad, que se deja iluminar por la Palabra y conducir por el Espíritu Santo", exclamó. Jorge Lozano dijo que anunciar el Evangelio es "el mejor servicio que la Iglesia puede brindar a la sociedad en general y a los pobres en particular". Para ser Buena Noticia "los discípulos-misioneros también debemos ser pobres, humildes, sencillos. Si la Iglesia es pobre será Buena Noticia para los pobres. Hemos sido ungidos con óleo de alegría en el Bautismo y la Confirmación. El Espíritu habita en nosotros y nos impulsa a la misión".