Jueves 26 de Julio de 2007, 10:34

Se cumplieron tres años del secuestro de Fernanda Aguirre

| Se cumplieron tres años de la desaparición de Fernanda Aguirre en la localidad de San Benito. Aunque con la apatía casi total de la población, con una marcha y una misa se hizo sentir el reclamo de justicia y verdad.

El dolor, la soledad, el reclamo y la falta de justicia se volvieron a instalar este miércoles en la Escuela San Benito Abad, por la cual transitó Fernanda Aguirre, a tres años de su secuestro y desaparición. No obstante, un hecho concreto caló hondo entre los presentes: no más de 12 vecinos de la localidad de San Benito fueron los que se hicieron presentes durante la mañana para acompañar a los estudiantes y docentes de la escuela, como así también a los padres de la joven desaparecida, Julio Aguirre y María Inés Cabrol, que marcharon por justicia. Los pobladores ni siquiera tuvieron el respeto de salir a las puertas de su vivienda o cerrar el comercio en el que estaban, al paso de la marcha del centenar de jóvenes, que con la imagen de Fernanda, arrancaron poco después de las 12 desde el establecimiento y recorrieron varias calles de la localidad. Por la tarde, el ruego por verdad y la aparición de la menor volvió a hacerse sentir. Esta vez, en la Parroquia San Benito, hasta donde sí llegaron algunos vecinos y junto a los familiares de Fernanda participaron de una sentida misa, que finalizó con el rezo de un vía crucis. No faltaron escenas emotivas, abrazos profundos, miradas mojadas entre los presentes. Y una vez más, María Inés Cabrol se tomó unos minutos para leer una carta dirigida a su hija. “Donde quiera que estés, te llegue un abrazo muy fuerte”, pronunció emocionada. “Tu caso y tantos otros, nos hicieron tomar conciencia que la prostitución infantil existe”, pronunció, y prometió nuevamente: “Seguiremos buscando hasta que te encontremos”. La noche fue testigo de una suelta de globos blancos, observada por unos pocos, frente a la desierta iglesia. Con algunos pocos medios presentes, el estoico cantautor paranaense, Jorge Méndez -quien hace dos años le escribiera el soneto "Nadie se olvida de ti" a Fernanda- y cada uno de los estudiantes y docentes de la Escuela San Benito Abad, la marcha arrancó poco después del mediodía. Minutos antes el cielo fue como que se abrió y el sol comenzó a brillar, pero el viento frío igual se sentía. Varios de los compañeros de Fernanda -los mismos que finalizarán el ciclo lectivo este año y dentro de pocas semanas emprenderán el viaje de fin de curso, con un asiento vacío- se ubicaron entre los primeros lugares, con una inmensa fotografía de la pequeña y una pancarta que señalaba "Fernanda presente". Megáfono en mano -el mismo con el cual se fue reclamando en todos estos años, en cada acto de la escuela, donde la joven llegaba cada día, para estar en ese aula del primer piso-, el director del establecimiento, Luis María Acosta, recordó el dolor por la ausencia de la desaparecida, la falta de respuestas desde la Justicia y le pidió "a Fernanda, donde se encuentre" -acotó-, "que sepa que seguimos estando a su lado, acompañándola como siempre". Sin menciones específicas, cuestionó el escaso avance de la causa y recordó el dolor de alumnos, maestros y familiares directos de la chica de 13 años en el 2004. María Inés Cabrol -la madre de Fernanda- esta vez no se ubicó al frente de la marcha, sino en el medio, como una más y entre los compañeros de la joven. Al final, de la mano de su pequeña nieta, su padre, Julio Aguirre, con el peso del dolor y la angustia de estos años en el rostro -que quizás lo llevaron a avejentarse casi de golpe en escaso tiempo, pese a sus no más de 40 años-, siguió lentamente el paso. Casi siempre mirando el piso; sin poder observar para adelante, como sintiendo ese golpe de ver cómo fueron creciendo cada uno de los compañeros de Fernanda y sin poder proyectar quizás esa adolescencia que nunca pudo palpar de su hija que no está hace 36 meses. Pero el frío caló más hondo al observarse que en San Benito todo el movimiento siguió igual. Era como si nada pasó; ni antes, ni después, ni ahora. Como que nunca sucedió un hecho doloroso, que conmovió a buena parte del país y mantuvo en vilo a esta provincia durante meses. No más de 12 pobladores se acercaron a participar; algunos, amigos directos de la familia y algún otro ciudadano que quiso estar cerca en estos tres años de dolor, para apoyar el pedido de justicia. El tránsito vehicular siguió normalmente por la prolongada avenida (más allá de los tres inspectores de tránsito que fueron interrumpiendo el paso de los coches ante la marcha). Hubo vecinos que estaban en alguna vereda conversando de bueyes perdidos y ni siquiera detuvieron el diálogo a viva voz y se ubicaron de espaldas ante el paso de los jóvenes y de los maestros que exigían justicia o cantaban ese clásico de Eladia Blázquez, "Honrar la vida". En los comercios la gente entraba y salía sin importar. Casi nadie (por no decir nadie) interrumpió su camino para permanecer quieto y respetuoso ante la marcha. Nadie cerró por minutos su comercio. Esta vez nadie puso una bandera blanca en las ventanas de las viviendas, como aquella que muchos ubicaron, en reclamo de respuesta, a poco de producirse el secuestro. Esa fue quizás la imagen más dura del mediodía. Hasta casi superior a la foto de Fernanda en la Iglesia, frente al altar, con tres velas encendidas, por los 36 meses de ausencia. Debajo de la inmensa sonrisa de la pequeña de "los risitos de oro" -como la recordara por el megáfono una de las maestras-, con toda una vida por delante, la frase decía: "Fernanda, te seguimos esperando". Casi como un ruego, que pocos escuchan o quieren escuchar, mientras siguen las peleas de poder, las chicanas y los absurdos, para ver quién hizo más o menos por la niña. [b]Una misa, un vía crucis y una promesa de continuar la búsqueda[/b] Por la tardecita, como estaba previsto, las puertas de la Parroquia San Benito se abrieron para el ruego. Esta vez, los vecinos abandonaron sus casas y llegaron para sumarse al pedido de respuestas. Algunos manifestaron su demanda prendiéndose una foto de Fernanda en el pecho, que proclamaba: “Todos juntos pedimos justicia”. Mientras otros, rezaron con respeto, siguiendo las proclamas del padre Blas Corbalán, quien celebró la misa. La familia, infaltable, se perdió entre los bancos del templo, que en parte despoblado abrigó a los presentes. Fue testigo de la emoción que se sentía. “Líbranos de las injusticias, de los secuestros, de los egoísmos”, pronunció el párroco en la celebración, donde volvió a tener un espacio el cantautor Jorge Méndez. “Tal vez esta canción no sea escuchada por quien rezamos en la triste ausencia, salvo que Dios, que sabe tu morada, la lleve al portal de tu inocencia”, proclamó desde el púlpito el artista. Y las miradas bajaron, los pañuelos fueron apareciendo uno a uno, y terminó la lectura de su soneto dedicado a Fernanda, fundiéndose en un abrazo con su madre, en medio de aplausos. Poco después, el cura invitó a rezar el vía crucis, que reemplazó a la segunda marcha convocada para la tarde. “Por el frío”, explicó, resolvieron llevar adelante esta celebración, que “significa el camino que llevó a la cruz a Jesús. Pero también a la resurrección. Y por esto, vamos a pedir por Fernanda. Que tenga su paz aquí y tenga la vida”, precisó. Para entonces, el subsecretario de Justicia de la provincia, Walter Carballo, fue el único funcionario que se hizo presente. Mientras tanto, Lilia Saavedra, madre de Ramón Santillán, asesinado el 6 de junio de 1999 en William Morris, sacó la foto de su hijo y también la colgó de su cuello, como colgaba la imagen de Fernanda de María Inés Cabrol. Llegó en esta oportunidad especialmente a San Benito, para acompañar a la familia de Fernanda en esta lucha, en representación de las Madres del Dolor Línea Fundadora. Así, estación a estación, los presentes recorrieron la iglesia. Y terminado el vía crucis, Blas Corbalán agradeció el acompañamiento y pidió que invocaran a la cruz de San Benito “para que ahuyente lo que atente contra la vida de Fernanda”. Y un nuevo grito de: “presente” resonó en el interior, al tiempo que volvieron a sucederse escenas emotivas. Ya frente al templo, María Inés Cabrol renovó su compromiso de lucha, leyendo una carta frente a los periodistas presentes. “Donde quiera que estés, te llegue un abrazo muy fuerte, junto con el cariño de tanta gente que ha aprendido a quererte. San Benito ya no es el mismo. Hay una nación que tiene puesta las vistas aquí…Tu caso, como tantos otros, nos hizo tomar conciencia de que la prostitución infantil existe. Por eso nosotros seguiremos golpeando puertas y seguiremos buscando hasta que te encontremos”, aseguró, entre lágrimas. A las 20.40, un aplauso cerrado sonó entre los pocos pobladores que quedaron. El lugar se cubrió con un nuevo grito de “Fernanda, presente”, al que respondieron todos, frente a fotógrafos y camarógrafos. Y los globos blancos que pendían de las manos de los familiares, volaron, con el reclamo al cielo. Fuente: Análisis Digital.