Jueves 22 de Noviembre de 2007, 11:17

TRIPLE CRIMEN, 4 VÍCTIMAS

CASO BRESSÁN | El triple crimen de Colonia Yeruá que conmociona a todo Entre Ríos fue cometido por Matías, hijo de una de las víctimas, Miguel Bresssan asesinado el pasado domingo junto a su mujer, María Celia Taleb y su pequeño hijo de apenas 2 añitos, Facundo. Lo que en principio había sido una simple sospecha, era confirmado por la información: Matías Bressan confesó en la mañana de ayer haber sido el autor del hecho. Lo que queda ahora es la gigantesca pregunta ¿porqué? El juez que instruye en la causa dijo que: “El menor al que acabo de imputar también es una víctima”.

El juez siguió con el intento por explicar las razones que desencadenaron el hecho, entonces dijo, Matías confesó que “fueron razones familiares”. Aquí está el punto, el cuadro familiar que nos remite a otros resonados y escalofriantes casos ocurridos en el país. Tres altas fuentes de la investigación consultadas por Diario Junio, así como otras fuentes contaron detalles que dan un contexto del espantoso episodio. Matías llegó a los tribunales ayer de mañana a las 8 hs. acompañado por Arturo Mc. Loughlin y antes de tomarle la declaración el juez de la causa lo hizo revisar por un psiquiatra, Villalba, que trabaja en el Juzgado de Menores. Recién cuando le dijo que estaba en sus cabales lo hizo ingresar a su despacho. En el relato, Benítez comprobó que su decisión de no haberlo antes y permitirle a Matías ir hasta el velorio, fue determinante. Quienes participaron de esa jornada, dijeron que el chico lloraba de un modo desconsolado, no podía parar, decían. La demostración de su sentimiento fue tan profunda que varios de ellos llamaron al juez y le dijeron busca otra pista, este chico seguro que no pudo haber hecho lo que hizo. A las horas de ese episodio que sindican como desgarrador, Matías se presentaba ante el juez y, con las imágenes aún frescas, se quebró. [b]ESE DOMINGO FATAL[/b] “Hijo de puta, por qué me matás si yo te di todo” fue lo que le espetó Bressan a su hijo luego de recibir el primer tiro con el arma calibre 22. En ese momento, cuentan, el chico se enfureció aún más (ahora vamos a saber porque) y lo terminó de acribillar con la 380, un arma un poco más chica que la 9 mm. Fueron 4 tiros, la misma cantidad que recibió el bebé, menos, que los 6 con los que ultimó a su íntima enemiga, la mujer de su padre. La expresión “h de p” y la saña posterior dan una pista de cómo se relacionaban ambos en la vida real, vivían a las trompadas. No era lo que contaba Miguel Bressan cada vez que hablaba de su hijo con terceras personas. Es que, la doble vida de ese hombre (convivía con dos familias al mismo tiempo), parecía expresarse también en una personalidad en la que los dichos no se compadecían con las acciones. En cuanto a su vida personal por ejemplo, fuentes de estrecha relación con el fallecido secretario contaron que el casamiento con su ahora fallecida esposa María Celia Taleb fue “por compromiso” y que, en realidad prácticamente convivía con su “otra familia”. “El jueves estuve cenando con él y me habló maravillas de su hijo” dijo otra persona consultada que, aunque no era su amigo mantenían un vínculo y una cercanía propia de personas que se frecuentan seguido y creen conocerse. Bressan vivía repitiendo que su hijo Matías era un chico excelente, súper responsable, de su absoluta confianza, es mi sucesor, mi heredero, decía. Estos dichos guardan una distancia fenomenal con lo que habría expresado Matías en su testimonial que, aunque no podemos entrecomillar sí podemos sintetizar. Además, con lo que esta causa fue destapando en el correr de la investigación que, entre otras cosas cuenta que Bressan encerraba a su hijo Matías y a su segunda familia en un galpón cada vez que su esposa llegaba al lugar. [b]LA TESTIMONIAL[/b] Dijo Matías: me vivían cagando a palos (se refiere al padre y a Taleb), nos hacía cagar de hambre, a mi vieja le daba apenas $700 y él sabía que por el alquiler de la casa pagamos $500 además a mi me daba y de vez en cuando, $20. cuando yo trabajo en el campo y debería darme más. Estos dichos de Matías estarían en su declaración en el marco de un relato en el que quedaba de manifiesto la fuerte discriminación que, al parecer, lo venía atormentando desde su niñez. Este relato de Matías estaría además sostenido por la declaración, también testimonial, de Donato Romero, un empleado que trabajó en la chacra de la familia durante 14 años. Algunos de quienes participaron del allanamiento a la casa de Matías, su madre y sus hermanos, no podían creer que los hijos y la mujer de un funcionario judicial vivieran de ese modo. En síntesis, “la casa está pegada a un arroyito, es muy precaria, antes funcionó allí un taller mecánico, carecía prácticamente de todo, se notaba de un modo brutal la necesidad”, dijeron y agregaron, “convivían con gallinas gansos y otros animales, había mucha mugre” (estamos hablando de una vivienda ubicada en pleno centro) y lo peor de todo, lo que dijo Matías “cuando llegaba a casa, (Bressan, su padre) ni se fijaba en mis hermanitos (tiene 3, de alrededor de 6, 15 y 12 años), para él ni existían y son hijos de él” contaba a los gritos y como sacado frente a la mirada atónita del juez, del abogado que lo acompañó (Arturo Mc. Loughlin) que no alcanzaba a dar crédito a lo que escuchaba y de varias personas que trabajan en el juzgado. Bressan, es para destacar, tenía además de Matías, 3 hijos más (aunque nunca los reconoció) con la mamá de Matías. “Yo no puedo creer que le pegara” dijo alguien de estrecha vinculación con Bressan, lo cual demuestra esa doble personalidad que mantenía en la ignorancia a muchos de sus allegados pero que, esta causa logra descubrir y dejar boquiabierto a más de uno. Matías contó también que cuando la mujer de su padre se iba de viaje, Bressan lo llevaba a su casa a pasar con él. En esos momentos podía darme cuenta de cómo nos discriminaba, dijo Matías, y agregaba, era una casa con todas las comodidades, mi medio hermanito tenía todos los juguetes que nosotros nunca tuvimos, decía con natural resentimiento. Varias de las personas que presenciaron la imprevista y elocuente declaración contaron en off que al juez Benítez se lo vio llorando luego de escuchar esos relatos cargados de los más profundos sentimientos humanos. Solo así pueden comprenderse las palabras del juez de instrucción que gestionó la causa hasta ahora, cuando aseguró ante las cámaras y micrófonos de los medios del país: “acabo de imputar a una víctima”. [b]RESENTIMIENTO Y SAÑA[/b] María Celia Taleb nunca aceptó a Matías; nunca lo digirió. No lo dejaba ni arrimarse, cada vez que se enteraba que Bressan lo veía era un escándalo. Los vecinos (ambas familias vivían a pocas cuadras una de otra) aseguran que “cuando esa mujer veía a Matías le gritaba de todo, las cosas más indignas y el chico debía soportar todo eso” contaron. Para ella Matías reservó un tratamiento especial, 6 disparos fulminantes. Cuando Matías fue más grande ambos le pegaban y así, el pasar de los años fue aumentando el resentimiento. Un dato que describe más que mil palabras la discriminación, es que, cuando las autoridades policiales y judiciales fueron a la casa de Matías a hacer el allanamiento creyeron que se habían confundido, pensaron que vivía en la casa de al lado y no en ese ex taller mecánico pestilente al que ingresaron. No es para menos claro, pero a todos les impacto la ejecución del bebe. “Le tiró antes porque los tiros, el chiquito los tiene en la espalda, fue terrible. Después lo remata con (un tiro) de frente. Ya le había puesto tres tiros en la espalda” nos dijeron. Es que, a ese bebé él veía compartir con su padre, el chiquito compartía con el padre y él no lo podía hacer. La fuente agregó que Matías dijo que él, dentro de todo, estaba reconocido pero que le pedía al padre que los reconozca a los hermanos pero que Bressan “los echaba a la mierda y cuando llegaba a la casa, a los hermanos ni los saludaba, ni la hora; eran como si no existían” nos aseguraron. Otro antecedente más para aquellos que minimizan la potencia del odio y el resentimiento. Fuente: Claudio Gastaldi de la redacción de Diario Junio.